La Chata

Fuimos a este local con la intención de tomar algo sobre las 21 de la noche cuando para mí sorpresa el camarero de la barra q nos enteramos q era el encargado del local,con gestos y muy malas formas nos dijo que el local ya estaba cerrado.nos disponíamos a irnos y nos encontramos otro camarero al cual le preguntamos el horario de cierre era a las 00:00 horas y que conste que teníamos sitio al lado de la barra.

Viva el buen ambiente. Me llevaron atomara una tapa y nos quedamos a comer,hubiera sido un sacrilegio irse,es encantador y diferente.
Me encantaron los garbanzos en cocido y los postres sublimes,lo encontre castizo y a la vez con esa clase especial que dan los años de hacerlo bien.
Desde aqui en barcelona se lo recomiendo a todo el mundo,no defraudara a nadie

Tapas de paella. Si te gusta hacerte la ruta de tapas y cañas por Madrid, este es un buen sitio por donde empezar. Las consumiciones, a bajo precio, están bien y te obsequian con una tapita de paella recién hecha (puedes ver la paellera de la que te van sirviendo) Es ideal para tomar algo con los amigos.

La Chata. El restaurante La Chata es fantástico porque dispone de un menú estupendo y exquisito, las carnes son tiernas y deliciosas, los postres son sabroso y recién hechos, despreocuparos de quedar mal, en este restaurante que alberga un magnífico diseño y un servicio amable y correcta en sus maneras, os recomiendo ir y que os aproveche.

Convencido por la tradición madrileña. La Chata es una más de las tabernas que pueblan la calle cava baja. Sí son muchas, pero ninguna como La Chata. Ya desde el exterior se nota que es diferente a las demás y que tiene ese algo que el resto no posee. La decoración por fuera, encanta y por dentro, aún más. El ambiente, sin palabras, sobre todo los domingos, como en cualquier local del barrio madrieño de La Latina. La decoración, a través de azulejos y dibujos representativos de la vida madrileña de antaño. Dede fuera se ven muchísimo y parece que te invitan a entrar. Desde dentro, te convencen. Yo trato de convencerte que merece la pena entrar, pero si te acercas podrás comprobar que en realidad La Chata no necesita convencer a nada ni a nadie, que se vale por sí sólo.